Gonzalo Carpintero Laguna Ó2013
Tras cruzar
las llanuras manchegas que pérfidamente intentan atrapar al Guadiana, éste
desciende hacia el Atlántico confinándose sobre el enérgico relieve de la siberia extremeña. El río magnifica su líquida
naturaleza sobre el sólido relieve terrestre en distintos embalses, entre los
que destaca el popularmente conocido pantano
de Puerto Peña, oficialmente Embalse de García Sola. Este fue construido en
1962 con motivo del gubernamental Plan Badajoz,
de incierto desarrollo colonial.
La comarca
del enclave se conoce como siberia
extremeña aludiendo a la baja densidad de población que
tradicionalmente ha tenido y que se vio gravada por un aislamiento y atraso
socio-económico, careciendo durante mucho tiempo de vías de comunicación y
servicios, subsistiendo a base de explotaciones agro-pecuarias de alcance local.
El ecosistema original y
mayoritario del enclave natural es el propio de las esclerófilas mediterráneas templadas,
encinas, alcornoques, con presencia constatada de quejigo, y con un estrato
arbustivo muy denso y profuso a base de brezos, jaras y madroños, acompañados
por especies menos fecundas como el durillo, labiérnago, lentisco, cornicabra,
mirto, o el torvisco, entre otras.
El paisaje que se puede
contemplar desde las cumbres (a más de 600 m sobre el nivel del mar, y unos 300
m por encima de la cota del agua embalsada) es un mosaico de circunstancias
antrópicas. Entre las zonas que las rocas permiten acoger vegetación se
implanta el citado ecosistema original esclerófilo (de tono verdoso-oscuro),
que se ve sesgado en franjas donde hay posibilidad edáfica para el cultivo a
modo de dehesa; y complementado ampliamente con áreas de forzada vocación protecto-hidrológica
a base de eucaliptares de tonos anaranjados y pinares de matices glaucos,
procedentes del desarrollo que llevó a cabo el Patrimonio Forestal del Estado
durante el segundo tercio del siglo XX, que llegó a declarar toda esta zona
junto con las limítrofes de Cáceres y Ciudad Real como comarca de interés forestal (Decreto
1952) tratando de remediar el estado
de los montes, desprovistos de árboles por un excesivo sobrepastoreo, y facilitar en una importante parte el plan
de repoblación forestal comprendido en el de colonización, industrialización y
electrificación de la provincia de Badajoz.
Con
tiempo y paciencia se pueden observar numerosas especies de aves, como el
buitre leonado (muy característico), algún buitre negro despistado de sus áreas de campeo alejadas de éstos territorios, cigüeñas blancas, y algunas rapaces
ibéricas como águila real, águila perdicera, águila calzada, halcón peregrino,
azor, cernícalo primilla, etc, todas ellas con un alto valor ecológico. Entre
la densa vegetación conviven jabalíes, ciervos y corzos (de una gran calidad cinegética) con especies menores como comadrejas,
tejones, conejos y liebres, entre los más significativos.
Las poblaciones
piscícolas presentes en el agua embalsada del Guadiana son otro de los
atractivos del enclave, pudiendo encontrar lucios (algunos de gran tamaño)
junto con black-bass, percasoles, barbos, carpas y bogas, junto con otras
especies de menor interés deportivo y culinario, pero de gran importancia
ecológica como la pardilla, el cacho, la colmilleja, el calandino o la gambusia.
La belleza del enclave,
en el que se entremezclan formaciones rocosas, agua y bosques, y su posibilidad
de disfrute, favorecen la atracción de numerosos veraneantes y turistas. En los
bosques se puede practicar la caza organizada y regulada en los distintos cotos
privados, y en las aguas,
pesca, piragüismo navegación a motor, vela y baño.