Naranjos de los Osages (Maclura pomifera) en Valdeavero (Madrid)

Por  Ana Belén Padrino de la Mata                                                               Enero 2017
      Gonzalo Carpintero Laguna


En fechas recientes se ha podido constatar en el municipio de Valdeavero la presencia naturalizada de varios ejemplares de una especie vegetal rara, no habitual en la península ibérica, denominado comúnmente como naranjo de los osages (Maclura pomífera).


Su localización y caracterización se ha realizado en los alrededores de la zona conocida como La Chopera, que es una zona de recreo municipal, al sur del casco urbano de Valdeavero, entre las carreteras M-119 y GU-102, con coordenadas UTM: 471.611 / 4.497.645, altitud de 705 m snm, sobre el margen norte del Camino de La Cardosa o Calle Álamo, en una zona llana de la vega del Arroyo de la Marcuera, con suelos fértiles y profundos, con presencia aledaña de numeroso arbolado de diferentes especies (chopos, acacias, olmos y otras), y que mantienen un aspecto muy naturalizado, sin intervención antrópica alguna. Se les estima una edad de entre 15 a 20 años.


Es un grupo reducido de árboles que muchos valdeavereños tienen identificados en sus paseos por los alrededores del municipio, sobre todo por sus exuberantes frutos verdoso-amarillentos, casi fosforitos, que les distinguen de los sobrios y recios árboles mediterráneos típicos del municipio como las encinas, los olmos y los chopos, y que se desconoce, hasta el momento, su origen y procedencia en el municipio.




El nombre del género Maclura está dedicado a William Maclure (1763-1840), geólogo y naturalista escocés afincado en Estados Unidos. La denominación específica pomifera debe su nombre al parecido de sus infrutescencias con las manzanas, de pomo, manzana y fero, llevar. El nombre común se debe a los Osages, una tribu sioux, cuyas pinturas de guerra realizadas sobre su cuerpo procedían del jugo amarillento de los frutos y de la madera de este árbol, y sobre todo utilizaban su madera para fabricar los arcos, flechas y sus mejores mazas de guerra.

El naranjo de los osages, a pesar de su nombre y del aspecto de su fruto, no es un cítrico, sino que pertenece a la familia de las moráceas (Moraceae). De hecho, a semejanza de las moras y los higos (de su misma familia), el fruto es en realidad una infrutescencia formada por múltiples drupas pequeñas de una sola semilla.

De lo dicho anteriormente es fácil deducir que es una especie nativa de Norteamérica, más concretamente del sureste, de la cuenca del Río Rojo (afluente del Misisipi), en lo que hoy son los Estados de Texas, Arkansas y Oklahoma. Se introdujo en Europa a principios del siglo XIX a través de las rutas comerciales que tenía implantada Inglaterra con su colonia norteamericana, con motivo de incrementar la industria textil británica de sericultura (la cría del gusano de seda) pues al ser una morácea se pretendía que mejorase y ampliase el cultivo de la morera (el gusano se alimenta de las hojas de ése árbol), pero no llego a ser tan efectivo como aquella en su cometido y sobrevivió como planta para seto o cercado.

Este árbol ha sido plantado artificialmente en diferentes puntos de la península ibérica, siendo por tanto una especie alóctona. Sus citas más significativas se refieren a jardines emblemáticos y zonas ajardinadas, encontrándose en el Zoobotánico de Jerez, en La Cartuja de Sevilla, en los parques del Retiro y El Capricho de Madrid, en el Jardín Botánico Atlántico de Gijón, en el Parque de la Ciudadela, Montjuit y varias calles de Barcelona, así como en el Jardín Botánico de Lisboa. También hay varias citas de esta especie por el resto de Europa: Francia (París, Montpellier), Hungría (Balatonfüred, Sellye), Eslovaquia (Bratislava, Surany), Países Bajos (Maastricht, Vught), Bélgica (Liège), Alemania (Potsdam, Kassel, Kleinzschocher).

Es por ello, que la localización naturalizada en Valdeavero de varios de estos ejemplares le infiere al municipio una especial significación en la geobotánica peninsular, a pesar de su procedencia no autóctona.

Es un árbol caducifolio que puede llegar a los 10 o 12 metros de altura. Desarrolla ramas largas y robustas, con espinas axilares. Cuando brotan las hojas, forman una copa globosa que tiende a irregularizarse con la edad. Las hojas son simples y alternas, ovado-lanceoladas, de unos 6-12 x 5-8 cm, con el margen entero, glabras y de color verde oscuro lustroso en el haz y algo más pálidas y con algunos pelos en los nervios por el envés. En el otoño se vuelven amarillentas antes de caer, el pecíolo es pubescente, de unos 3,5-5 cm de longitud.

Es una especie dioica, es decir con flores unisexuales en individuos separados. Los pies machos, tienen flores masculinas verde-amarillentas, dispuestas en inflorescencias globosas o cilíndricas de 1,5-2,5 cm de largo. Los pies hembras, tienen las flores femeninas sobre los brotes del año, verdes, de 2-3 mm de largo que se disponen en inflorescencias capituliformes más o menos esféricas, de 3-4 cm de diámetro, péndulas, sobre pedúnculos muy cortos.

El grupo de individuos localizado en Valdeavero se compone de cinco (5) árboles o pies machos, ubicados más cerca del camino, y cuatro (4) árboles o pies hembra, ubicados más alejados del camino, en el interior de la parcela. Los pies hembra tienen algunas ramas principales tronchadas, seguramente por el peso de los frutos sobre éstas.

El fruto que resulta de la fecundación es un sincarpo globoso, verde o verde-amarillento, brillante, de 8-12 cm de diámetro, más medio kilo de peso, y un penetrante aroma cítrico (de ahí también su nombre), con gran cantidad de drupas verdosas o amarillentas reunidas en forma de globo que le dan un aspecto irregular a su superficie, recordando por su aspecto a una naranja; al romperse exuda savia lechosa, adquiriendo un color verde-anaranjado cuando madura; no es comestible pero contiene un anti-oxidante que se puede utilizar como conservante de alimentos. Las semillas son ovales u oblongas, de 8-12 x 5-6 mm, cremosas, con la superficie diminutamente estriada.


Es conocido que, debido a su aroma cítrico, estos frutos se colocaban en los armarios y estancias de las casas para repeler insectos, y que también es llamado “cerebro verde” pues su aspecto exterior es similar a los giros o circonvoluciones del cerebro de los animales, otro testimonio de la extraordinaria creatividad del reino vegetal.


Es una especie muy rústica que crece casi en cualquier tipo de suelo, requiriendo de climas templados, incluso cálidos, y una exposición tendente a soleada. Se reproduce por semillas, que deben ser del año, así como también por esquejes leñosos en verano. No actúa como especie invasora del ecosistema, a pesar de ser alóctona, pues sus semillas necesitan reunir ciertas condiciones ecológicas para germinar y desarrollarse, que no todos los años y terrenos donde se han plantado las generan.

Su madera es pesada, compacta, flexible, amarillenta, muy resistente y duradera, comercializada como madera de hierro. Se utilizó en los EEUU para la fabricación de bordes de ruedas para carretas de caballos, decayendo ese uso al aparecer el automóvil. También fueron empleadas grandes cantidades de madera de esta especie en la fabricación de traviesas para las largas líneas de ferrocarril que discurren por todo Norteamérica, para pilares de puentes, postes de teléfono, y en menor cantidad también se empleó en la fabricación de poleas, suelos, etc.

De la corteza se extrae un flavonol: la morina, que se utilizaba como tinte amarillo y en algunas aplicaciones farmaceúticas de índole antibiótica.