LOS CIPRESES DE LA CATEDRAL DE SIGÜENZA

GONZALO CARPINTERO LAGUNA - Ingeniero Técnico Forestal
Articulo publicado en la revista ABSIDE, nº 25 (Octubre 1995)

Etimológicamente las palabras cupressus o ciprés vienen de la cultura griega, atribuyéndose a los términos kyprós, Isla de Chipre, o Kyparissos, joven pastor amado de Apolo, al que éste convirtió en ciprés, no pudiendo consolarlo de haber dado muerte a su ciervo predilecto.

El género Cupressus se encuentra en el Jurásico medio del Sinaí, en el Paleoceno y Eoceno de Inglaterra, Oligoceno de Centroeuropa, Mioceno y Plioceno de Europa y Norte de Africa.

El ciprés es propio de las montañas semiáridas del Este y Sur de la región mediterránea, Norte de Irán, Tauro Meridional (Anatolia Central), Líbano, Siria, Chipre, Creta, Islas del Sur del Egeo, Sur de Grecia (Parnaso y Peloponeso), Cirenaica, Tunez y Marruecos. Actualmente el ciprés abunda en todos los paises circunmediterráneos, introducido con fines principalmente ornamentales.

En la antiguedad, fué la conífera más usada y apreciada por su madera, teniendo abundancia de referencias como que el Arca de Noé incluía la madera de ciprés en su construcción, o que se usó junto con la de cedro en la construcción del templo de Salomón. En la época egipcia se dedicó a la construcción de arcas funerarias, quedando numerosas piezas, puertas y otros elementos de ciprés en las pirámides. Griegos y romanos grabaron leyes y documentos en tablas de ciprés como signo de permanencia. En la flota de Eúfrates, de Alejandro Magno, se empleó ciprés de Chipre y Fenicia. Los turcos utilizaron esta madera para construir y renovar su flota. En la Biblia se citan grandes bosques de ciprés en el Líbano. Virgilio, Ovidio y otros poetas lo citan muy frecuentemente. Como ejemplo de la durabilidad de su madera, se cita una puerta de Constantinopla, colocada en tiempos de Constantino el Grande y que se hallaba en uso y perfectas condiciones 1100 años después.

Muchos son los caracteres del ciprés que le han hecho tener esa consideración popular de árbol sobrio y fúnebre. Su porte columnar, con el tronco recto y cilíndrico hasta más de la mitad de su altura, con las ramas ergidas. Su seriedad, con las hojas siempreverdes reducidas a pequeñas escamas apretadas unas con otras de forma que aparecen como ramillos rugosos. Sus flores monoicas, de unos 5 mm las masculinas y unos 20 mm las femeninas, con una aparición tan disimulada que apenas se nota su floración.

La Catedral cuenta actualmente con cuatro individuos de la especie Cupressus sempervirens L., llamados comúnmente ciprés o ciprés común. Dos de ellos se encuentran en el Claustro y los otros dos en el Cementerio de los Canónigos.

El estudio consistió en la obtención de variables dasométricas de cada pié por individual, midiendo así: altura total del árbol; altura del tronco sin ramas; altura de la copa; la circunferencia del tronco medida a una altura normal de 1,30 m; el diámetro del tronco a la misma altura normal; el espesor de corteza; la superficie de copa siendo esta la proyección horizontal de la copa sobre el suelo y la edad, obtenida por medición grosera de los anillos.

Veamos en primer lugar los datos obtenidos de los pies del claustro, para identificarlos dividiremos éste en los puntos cardinales, por lo que obtendremos el primer pié situado al Oeste, fácilmente reconocible por tener recubierto el tronco de la colonizadora hiedra (Hedera helix) en tal espesura que sirve de refugio a numerosos mirlos y palomas:
   altura total: 22 m
   altura de tronco: 12,5 m
   altura de copa: 9,5 m
   circunferencia: 2,17 m
   diámetro: 69,11 cm
   espesor de corteza: 5 mm
   superficie de copa: 13,85 m2
   edad: 105 - 110 años

El segundo pié que encontramos en el Claustro se sitúa al Este, teniendo las siguientes medidas:
   altura total: 18 m
   altura de tronco: 10 m
   altura de copa: 8 m
   circunferencia: 1,50 m
   diámetro: 47,77 cm
   espesor de corteza: 3 mm
   superficie de copa: 12,25 m2
   edad: 90 - 95 años

Los pies ubicados en el Cementerio de los Canónigos los localizamos por su cercanía a la entrada, identificado el primero, obtenemos que mide las siguientes variables:
   altura total: 12 m
   altura de tronco: 4 m
   altura de copa: 8 m
   circunferencia: 97 cm
   diámetro: 35,99 cm
   espesor de corteza: 2 mm
   superficie de copa: 3,14 m2
   edad: 85 - 90 años
observaciones. posee dos guías principales que alcanzan igual altura, bifurcadas a los cuatro metros de altura.

El segundo de los pies del Cementerio, situado más lejos de la entrada, tiene:
   altura total: 10 m
   altura de tronco: 6 m
   altura de copa: 4 m
   circunferencia: 1,13 m
   diámetro: 30,89 cm
   espesor de corteza: 2 mm
   superficie de copa: 2,41 m2
   edad: 85 - 90 años
observaciones: el árbol se encuentra tronchado a la altura de 10 m.

Se puede suponer que los pies del claustro son de la misma época, siempre con un marco de error de 5 - 10 años, es decir cuentan con unos 95 ó 105 años de edad. El estado sanitario en que se encuentran es normal. La gran longitud de tronco puede ser debida a la altura de 8 metros de la pared del claustro que le impidió recibir la luz en su época de crecimiento, buscándola con la guía. La misma causa ha beneficiado la colonización por la hiedra.

No ocurre lo mismo con el árbol situado al Este, ya que a éste si le han llegado los rayos solares y no ha necesitado buscarlos.

Los pies situados en el Cementerio de los Canónigos cuentan con una edad de unos 85 ó 90 años, teniendo un peor porte que sus congéneres al estar ubicados en peores zonas con escasa luz y humedad constante. Ambos han sufrido daños, observándose en la bifurcación de uno, cosa rara en una especie monopódica como el ciprés, y en la pérdida de parte de la copa del otro pie los mencionados daños. La localización del Cementerio en una zona de vientos, siempre en la dirección del barranco del Arroyo del Vado, podría ser otra causa de esos daños en las guías terminales y copas.

También situado en el Cementerio encontramos un tocón arrancado al que se le midieron los anillos, dando como resultado una edad de unos 120 años.
  
La escasa presencia de esta especie en dos espacios tan caracterizados para tenerlos como son el Claustro y el Cementerio, hace necesaria la plantación de nuevos individuos para la recuperación estética de ambos espacios. La mayor afluencia de gente que posee el Claustro hace más pronta la actuación en éste para una rápida incorporación al paisaje catedralicio.

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